La cuenta del aluminio
Como parte integrante de nuestra vida cotidiana, el aluminio está presente en todo. Lo encontramos en electrodomésticos, aparatos eléctricos, coches, envases de comida para llevar o ese rollo de papel de aluminio que se esconde en el cajón de la cocina. Sin embargo, este omnipresente metal plateado es uno de los descubrimientos naturales más recientes y data de hace menos de 200 años.
La historia
El descubrimiento del aluminio es todo menos sencillo. Como el metal no se encuentra en la naturaleza en su forma pura, hay que separarlo mediante un proceso químico. Muchos científicos desempeñaron un papel fundamental en la búsqueda del proceso ideal. Desde 1825, cuando el metal se aisló por primera vez en un laboratorio mediante electrólisis, hasta 1885, cuando se produjo el primer aluminio industrial, pasando por 1886, cuando se descubrió un método de producción rentable en distintas partes del mundo al mismo tiempo. Tres años más tarde, un químico austriaco inventó un método para extraer óxido de aluminio de la bauxita.
Juntos, el proceso Hall-Héroult y el proceso Bayer transformaron la percepción del aluminio y condujeron a la adopción generalizada del material. Hasta la fecha, ambos procesos forman parte integral de la producción de aluminio.
El proceso
La producción de aluminio consta de tres etapas fundamentales. La primera es la extracción de la bauxita, el mineral de aluminio más común. En la segunda etapa, la bauxita se refina en alúmina u óxido de aluminio mediante el proceso Bayer. Por último, se extrae de ella aluminio puro mediante el proceso Hall-Héroult utilizando electricidad. La última etapa también se denomina fundición. Al final, se puede extraer 1 tonelada de aluminio a partir de 4-5 toneladas de bauxita.
La prevalencia
Transporte, construcción, electricidad, bienes de consumo: prácticamente no hay industria en la que no se utilice el aluminio en alguna de sus formas. Su adopción generalizada se debe a sus propiedades de baja densidad, conductividad eléctrica, relación resistencia-peso, maleabilidad y reciclabilidad, entre otras. La prevalencia del aluminio en los envases de alimentos y bebidas también se debe a sus excepcionales propiedades de barrera que bloquean la luz, el oxígeno y la humedad.
Los retos
Es un hecho que el aluminio constituye más del 8% de la corteza terrestre, pero el complicado procedimiento de extracción del metal no está exento de desafíos medioambientales. Desde el subproducto tóxico, el barro rojo, hasta el uso intensivo de energía, el impacto medioambiental de la producción de aluminio puede ser considerable. La huella de carbono de la producción de aluminio representa alrededor del 3% de las emisiones industriales mundiales, siendo la fundición la responsable de la mayor parte de la cadena de suministro.
El Aluminium Stewardship Initiative (ASI) está trabajando para reducir significativamente las emisiones, exigiendo a las fundiciones que reduzcan las emisiones por debajo de 8 toneladas de CO2 por tonelada de aluminio producido para 2030. Por tanto, es importante utilizar únicamente aluminio certificado por la ASI, como hemos hecho en SIG desde hace años para todos nuestros envases que tienen una fina capa de aluminio.
El camino hacia el reciclado
El reciclaje del aluminio requiere sólo el 5% de la energía necesaria para la extracción del aluminio en bruto, sin el enorme impacto de los subproductos tóxicos. Y como el aluminio es infinitamente reciclable, es crucial que el material no acabe en los vertederos. Pero es más fácil decirlo que hacerlo, sobre todo en el caso de los envases de aluminio de usar y tirar para alimentos y bebidas, como los envases de comida para llevar y el papel de aluminio. Y aunque casi el 70% de las latas de aluminio utilizadas en el mundo se reciclan, no se puede descartar el impacto medioambiental del 30% restante, por lo que es imperativo que las organizaciones de todo el mundo intensifiquen sus iniciativas de reciclaje.
La alternativa
Hoy en día, reducir la huella de carbono es una prioridad tanto para los consumidores como para las empresas. No es de extrañar que también busquen alternativas al aluminio, ya sea en un material de uso cotidiano que puedan utilizar para hornear y cocinar o para envasar alimentos y bebidas. Hasta hace poco, incluso los cartones asépticos tenían una fina capa de aluminio y se consideraban esenciales para la seguridad alimentaria. Pero nosotros, en SIG, hemos sido pioneros en crear el primer envase de cartón aséptico del mundo sin capa de aluminio. Esta solución, pionera en la industria, tiene una huella de carbono hasta un 27% menor que el material de envasado SIG estándar, y ofrece todas las propiedades de barrera de los envases de cartón aséptico estándar, con estabilidad en el lineal incluso para productos sensibles al oxígeno.
A lo largo de la colección de artículos, hemos profundizado en diferentes materiales de envasado. Si te has perdido alguno, estate atento a nuestro próximo post, en el que volveremos a tratar todos los materiales, o suscríbete a nuestra newsletter.
- septiembre 20, 2023